En una de nuestras escapadas a La Rioja, decidimos acercarnos una mañana al Valle Salado de Añana (Álava), un pueblo con unas salinas que conocíamos de oídas desde nuestra infancia y que aún no habíamos visitado. Ya habíamos estado anteriormente en otras salinas en nuestros viajes, y siempre nos han parecido muy interesantes. Son visualmente curiosas y con una belleza especial, con esa manera de dibujar su geometría sobre la naturaleza, los distintos colores que se crean, y siempre esas formas blancas que recuerdan a la nieve salpicándolo todo. Además suelen ser lugares con mucha historia y tradición, y escuchar sobre las peculiaridades de cada uno de ellos siempre es un rato agradable. Pues esta vez por fin tocaba conocer las que tenemos más cerca de casa.
Para visitar las salinas es recomendable comprar las entradas con antelación en su página web: hay unos horarios programados, ya que la visita sólo se puede hacer guiada en grupos reducidos, y es posible que vayáis allí y no queden entradas para ese día. Además de la visita normal a las salinas que hicimos nosotros, disponen de entradas combinadas con la visita a los manantiales, y otras con cata de sales.
Nuestra visita guiada duró una hora aproximadamente, a lo largo de un recorrido de algo más de un kilómetro. La guía nos contó todo tipo de detalles sobre la historia del lugar, los procesos de trabajo, y el proyecto de la Fundación Valle Salado de Añana en la recuperación del espacio. Y también una curiosidad: los candados y llaves que se utilizan en el recinto son de madera, ya que si fuesen de metal se estropearían pronto.
Breve historia y curiosidades de las Salinas de Añana
La sal de esta zona proviene de un manantial de agua salada, que emerge de capas subterráneas de materiales por el fenómeno geológico llamado diapiro. Estas salinas tienen una historia milenaria, nada menos que 6.500 años hace desde que se comenzó a trabajar la sal en este valle. Estudios arqueológicos han desvelado que unos 4.500 años A.C., los hombres de la zona ya obtenían sal mediante un proceso de calentar agua salada en vasijas. Posteriormente, ya en la época de los romanos, se creó el sistema de explotación mediante terrazas y canales de agua que perdura hasta hoy.
Después de haber quedado abandonadas a finales del S.XX, la fundación que lleva ahora su recuperación, además de poner en marcha de nuevo su explotación parcial mediante los procesos artesanales salineros, promociona su valor cultural y turístico para la zona.
Nos hablaron también sobre la colaboración que realizan con renombrados chefs españoles como embajadores de las salinas, los cuales utilizan la sal de Añana en algunos de sus platos.
Y bueno, nos contaron muchas más cosas y nos encantó disfrutar del recorrido por el paisaje de las salinas, así que os recomendamos mucho la visita. Y, cómo no, nosotros que somos muy cocinillas, también picamos comprando algunas sales en la tienda, tienen una gran variedad de ellas muy interesantes y algunos productos de cosmética elaborados con sal.
Ruth
Fantástica la narrativa en fotos. Entrada muy útil sobre orientación práctica y se agradecen los detalles históricos. Gracias, os seguiré con interés!
Carretera y Alas
¡Muchas gracias Ruth! Nos alegramos mucho de que te guste el post (y de que nos vayas a seguir 🙂 )
Carmen
Muy didáctico, sencillo a la vez que muy agradable la exposición. Siempre me resulta un poco complicado seguir los blog algunos por complicados… Me encanta… Os seguiré muy de cerca.
Carretera y Alas
¡Muchas gracias por tu comentario y seguirnos, Carmen!